Integrantes:
Terry Bogard | Andy Bogard | Joe Higashi | Mai Shiranui
Cuando me encontré con
él de nuevo, él no sintió nada diferente.
Mientras yo estaba
entrenando, me tomó un poco de tiempo darme cuenta de que el teléfono estaba sonando.
Cuando me di cuenta de
ello, el teléfono debió haber sonado 10 veces, y conseguí tomarlo justo en el
momento en que la persona que llamaba estaba a punto de colgar.
Una voz familiar en el
otro extremo del receptor me estremeció.
“Hey, gracias por contestar
al fin”.
El tono de su voz era tranquilo
y calmado, sentí que él estaba sonriendo en el otro extremo, feliz de estar
hablando conamigo después de un largo tiempo.
Después de intercambiar
una o dos bromas, la persona que llama pronto entró en razón de su llamada, o
dicho más claramente, en su usual actitud ruda, pero cuando oí su historia,
sentí una sensación de alivio.
“Parece un evento
privado este año. Vamos a ser capaces de entrar como un equipo de cuatro. Las
otros dos… ¡ya sabes quienes son! Nos vemos en el lugar de siempre, tú sabes
cuando. Recuerdas el lugar, ¿verdad? Voy a dejar que las otros me conozcan.
Vamos a ganar esta vez, ¿de acuerdo?
Al parecer, la
invitación se la habían entregado a él y me llamó enseguida.
Por supuesto no tenía
ninguna razón para rechazarlo. No… no desde que he buscado probar los
resultados de mi extenuante e implacableme entrenamiento. Salí de Japón de
forma inmediata. Había pasado un tiempo desde la última vez que vi a al grupo,
por lo que me registré en un hotel de South Town unos días antes del torneo y esperé
ansiosamente a que se presentaran.
A la mañana del día
señalado.
Ese día fue más
caliente de lo habitual y me di cuenta que la cama estaba humedecida porque
estaba empapado de sudor cuando desperté.
Cuando pienso en ello,
debí haber tenido una terrible premonición.
Me tomó cerca de 30
minutos llegar al lugar del encuentro desde mi habitación.
Revisé las afueras del
hotel rápidamente porque quería caminar para tomar un paseo por las antiguas
calles de South Town, pues no las había visto en mucho tiempo.
En el momento en que
salí del hotel, una voz familiar llamó por mi nombre un par de veces.
Cuando miré hacia atrás
lo vi caminar rápidamente hacia mí, vestía una gorra roja familiar, tenía la
visera sobre los ojos.
Así que los dos nos dirigimos
juntos al lugar de reunión y renuncié a cualquier pensamiento de disfrutar de
un agradable paseo por las calles de South Town.
En ese momento no pensé
que algo en particular había cambiado en él. Habló en su forma habitual con esa
sonrisa ganadora en su rostro, no parecía perjudicado de ninguna manera y se
veía claramente su habitual figura fuerte, incluso los tipos con aspecto rudo
que pasaban a su lado bajaban la mirada para no meterse en su camino. Sus
brazos de acero ondulados con esos músculos y aquel pecho antinatural que incluso
el disparo de la más poderosa escopeta rebotaría sin importar que dicha arma
pudiera matar a un león de un disparo.
Llegamos a la calle
principal de South Town. La ciudad había estado cambiando drásticamente en
estos días por lo que había oído, y mis ojos fueron golpeados por la vista de
los rascacielos que nunca antes había visto y las calles con tiendas de moda de
alta calidad y joyerías.
Era domingo y la gente
llenaba las calles de la zona comercial, claramente ajena a cuestiones tales
como la “crisis económicas” y “amenaza de guerra”. La gente exhibía la
prosperidad traída por la paz.
Mientras contempla a
los niños, riendo con alegría mientras acompañaban a sus padres, él murmuró:
“Me pregunto si voy a
volver esta vez…”.
Su comentario me
impactó.
Cuando vi la desconocida
expresión en su cara, diferente a todo lo que había visto hasta ahora,
finalmente fui capaz de darme cuenta de la gravedad de la situación.
Sí, ¡era como si fuera
a morir!
Al darse cuenta de la
expresión de sorpresa en mi rostro, rápidamente cambió el tema a otros asuntos
no relacionados, como si tratara de conseguir que me olvidara de lo que acababa
de decir.
Yo también traté de buscar
algo adecuado que decir, pero sólo podía conseguir mostrar mi incomodidad con
un movimiento de cabeza y una risa nerviosa.
Una sensación de miedo
nos ahogó y caminamos por un rato en silencio. Traté de no pensar en el triste
destino que nos esperaba, pero esa expresión se fundió en mi memoria y no podía
sacarla de mi cabeza.
Las voces de dos
personas que nos llamaba opacaron nuestro silencio.
Al parecer, por
sorpresa para nosotros, ya habíamos llegado al lugar de reunión, pero cuando
miré mi reloj descubrí que estábamos 15 minutos tarde.
“Wow, esos tipos son
rápidos. Oh, Joe ya está aquí. Si no te dabas prisa, amigo, Mai te rompería la
cabeza”.
Lo dijo con una sonrisa
y ambos corrieron hacia nosotros.
Efectivamente, Mai
parecía un poco molesta, mostrando su habitual gesto ante Andy y yo.
Recordando un poco
atrás, cuando pienso en la imagen de él corriendo hacia nosotros, tal vez fue
resultado del intempestivo calor de ese día de verano, él se veía muy lejos de
mí.
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