“Ryo, Yuri”.
Hoy Takuma Sakazaki, creador del karate kyokugen, sale
de su habitación con un bonito atuendo deportivo para reunirse con sus hijos,
aun sudando después de la mañana de entrenamiento en el dojo.
Han pasado dos semanas desde que las invitaciones de
Yuri y Ryo informándoles del próximo torneo The King Of Fighters, llegaron al
dojo.
Yuri y Ryo tienen pensando partir al lugar de
celebración de sus primeros combates mañana por la mañana, pero antes, Yuri se
reúne con su hermano y ambos se resignan a que su padre les imparta una
aburrida lección sobre la postura o algo así como maestro en artes marciales.
“Con Mephistopheles destruido, la ciudad sigue
incomoda”.
Junto a Takuma, arrodillado sobre el suelo entarimado
de espaldas a la alcoba, hay un periódico de South Town que relata los
dramáticos combates entre bandas.
“En tiempos de confusión como estos, el verdadero
calor del kyokugen se pondrá sin duda en entredicho”.
Desde que se disolvió Mephistopheles, que al parecer
se había hecho con el control del hampa de South Town, el grado de confusión de
la ciudad parece haber aumentado. Los diversos sindicatos bajo el dominio de Mephistopheles,
una vez liberados, habían iniciado una serie de perversas batallas por el control
de South Town después.
Como resultado, cada vez había más gente interesada en
aprender artes marciales. La Policía, corrompida por Mephistopheles, noes de
confianza.
Así, en mitad de tanta violencia, uno solo puede
recurrir a protegerse y los ciudadanos, que sienten la necesidad de protegerse,
no paran de aumentar.
De hecho, han empezado a aparecer en el periódico
local anuncios buscando estudiantes para gimnasios y dojos. Sin embargo,
ninguno ofrece clases de karate kyokugen.
Ignorando la orgullosa charla de su padre, Yuri le
susurra al oído a Ryo:
“Lo que dice es totalmente cierto, admirable, pero
papá es un poquito terco, ¿no te parece?”.
Ryo contesta con un suspiro:
“Sí, podríamos decir que papá es fuerte y silencioso,
un tanto anacrónico, pero odia los anuncios y las estrategias de promoción
sensatas, ¿no?”.
Para aquellos que hayan vivido en South Town algún
tiempo, no hay necesidad de darles a conocer el karate kyokugen; todo el mundo
conoce bien su potencial.
Con figuras tan destacadas en el bajo mundo como Mr.
Big y Geese Howard, la fuerza del kyokugen ha dado pruebas innumerables veces
de cuál es la modalidad de karate definitiva, pero a pesar de su espectacular
fama, la gestión del dojo de kyokugen no es un camino de rosas.
Dada la idea de Takuma de que las artes marciales
están por encima de la ostentación, se negó a poner anuncios como el del resto
de los dojos y, como resultado, ha llegado un punto en el que es difícil
conseguir candidatos.
Y no solo eso, muchos recién llegados abandonan por la
dureza del entrenamiento y todo por culpa de la falta de tacto de Takuma.
“¿Me están prestando atención?”.
Takuma lanza una penetrante mirada de desprecio hacia
Yuri y Ryo.
“Pues claro”.
“Entienden, ¿verdad?”.
Ambos asienten con rotundidad, fingiendo saber
perfectamente de que ha estado hablando.
“Yo lo he entendido todo, en serio. ¿Tú no, Ryo?”.
“Sí, en cualquier caso, lo que hay que hacer es ganar
el torneo esta vez, ¿no?”.
“Eso es. Ahí es donde quería llegar…”.
“No tienes que hacernos un gráfico papá”.
Cuando Ryo levanta una mano para interrumpir a Takuma,
su padre se la agarra y sonríe abiertamente”.
“Voy a convertir estos puños en el ejemplo de la
fuerza del karate kyokugen”.
“Ryo y yo conquistaremos el mundo con el poder del kyokugen,
y te dejaremos a ti dirigir el dojo, papá”.
Al oír las palabras de su hermano mayor, Yuri adopta
una pose de victoria y guiña el ojo”.
“Ehmm…”.
Asombrado por sus dos hijos que parecen haberle
quitado las palabras de la boca, Takuma adopta una expresión austera y
simplemente asiente, sin más.
“Que tonto eres, papá”.
Ryo, al salir del dojo, suspira profundamente y
aprieta los puños.
“Papá vive en la prehistoria, ¿pero crees que deberías
decírselo, Ryo?”.
“¿Eh? ¿A que viene eso ahora?”.
“Bueno, ya sabes…”.
En opinión de Yuri, Ryo tiene aún menos tacto que su
padre. Tener poco tacto se le queda corto, pero la verdad es que no sabe
comportarse debidamente. En eso Ryo ha salido a su padre.
“Pues sí, soy así, no creo que tenga mucha idea de
cómo hay que comportarse”.
Ryo, después del regaño de Yuri, sonríe resignado y se
rasca la cabeza.
“Pero papá se esfuerza mucho, ¿no crees?”.
“Sí, supongo que sí”.
En cualquier caso, viendo la destreza en combate de
sus dos hijos y cómo crecen con ansias de luchar, Takuma debe pensar lo bien
que le vendría gente con esa condición en el dojo. No quiere alumnos sin estas
cualidades.
Aunque tiene ideas de maestro en artes marciales, como
jefe del dojo es un auténtico fracaso.
“Lo cierto es que no odio a papá por su forma de
pensar, gracias a él, yo también he sacado provecho”.
“¿Eh? ¿Dices algo, Yuri?”.
“No, estaba divagando”.
Y dejando a Ryo con cara de póquer, Yuri vuelve
rápidamente a su habitación.
Hasta ahora, Yuri ha vivido bajo la protección de Ryo.
Desde que volvió su padre, ha aprendido karate de él y ha descubierto un nuevo
potencial en su interior.
A partir de ahora, quiere dedicarse a compensar un
poco a su padre y a su hermano.
“No tienen contacto entre los dos. Me tengo que ocupar
yo de que se involucren un poco entre ellos”.
El torneo que hay próximamente va a ser un combate
épico en varios lugares del mundo. Mientras Yuri hace su equipaje, piensa
secretamente en su importante cometido.
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