“¡Señor Bogard!”.
Tras acabar su comparecencia, camina por el vestíbulo
mientras se suelta la corbata, para verse rodeado de periodistas curiosos.
“¡¿Cuáles son sus intenciones al volver a South
Town?!”.
Terry Bogard frunce el ceño al micrófono que aparece
de repente ante su cara, pero los periodistas, inmersos en su trabajo, no se
dan cuenta del cambio de expresión del hombre conocido como “El lobo
legendario”.
Le acribillan a preguntas sin siquiera esperar las
respuestas.
“¿Qué opina del aumento de la reciente actividad
criminal?”.
“Hemos escuchado que se está preparando para un nuevo
KOF. Por supuesto, usted participará, ¿verdad?”.
“Es esa su razón para volver a South Town?”.
Ni uno solo le pregunta sobre el discurso que acaba de
dar. Terry sabía que hasta ahora no era la clase de persona que parlotea sobre
su vida, pero que estos payasos ignoraran totalmente el logro que representa
completar su primer discurso, hace que esté incluso más enfadado con estos
sujetos maleducados.
“¡Sin comentarios!”, grita Terry mientras los aparta.
Algunos le increpan cuando los pisa, pero la mayoría, probablemente las ratas
de la prensa barata, lo siguen en masa.
Justo cuando está a punto de decirles que se pierdan,
ve una moto aparcada al final de las escaleras de piedra fuera del vestíbulo.
Sonríe ante la visión y ata la corbata que se acaba de
quitar a la cabeza de uno de estos periodistas.
“Supongo que lo que quiero decirles a todos es…”.
Los reporteros le apuntan con sus micrófonos y
grabadoras.
“De verdad me dan asco”.
Dicho esto, Terry salta de la masa de periodistas con
una facilidad difícil de creer para alguien de su constitución.
“Guau…”.
Y cuando los espectadores asombrados jadean, Terry ya
está debajo de las escaleras y sentándose en la motocicleta.
“Justo a tiempo, Rock. ¡Salgamos de aquí!”.
“El precio de la fama, Terry”.
Girando sus ojos con una sonrisa sarcástica, Rock
Howard arranca la moto, que escupe una densa nube de humo.
“Debes darte cuenta, Terry”.
Rock le grita al viento mientras viajan por la
carretera que lleva a Sound Beach.
“¡Eres una celebridad en esta ciudad! Es natural que
esos tipos te sigan por todas partes, ¿eh? Si no puedes manejar toda esa
atención, quédate en casa”.
“Lo sé, pero no tengo mucha elección”, Terry ríe con
ironía mientras se levanta las mangas.
A pesar de no tener intención de convertirse en una
celebridad, las ofertas para el cine o la televisión, peticiones de discursos
como el que había hecho hoy, y los ensayos, habían ido llegando.
El “Héroe de South Town” que había vencido a Geese
Howard; era normal que la gente se interesase en las hazañas de la vida de
Terry Bogard, la vida del hombre conocido como “El lobo legendario”.
Además, era una forma fácil de hacer dinero. Para
Terry, que hasta ahora nunca había tenido un trabajo a jornada completa y se
había pasado casi toda su vida viajando, esta era una buena manera de ganarse
la vida.
“Necesitas al menos el título del instituto”.
El sol se estaba poniendo en el famoso puerto
deportivo de Sound Beach, y el relajante sonido de las olas junto al sonido
incesante de las aves marinas le pusieron melancólico.
Terry bajo de la motocicleta aparcada a un lado de la
carretera y dio un largo paseo mientras miraba al mar anaranjado y a la playa
para ver ponerse el sol mientras recordaba esas palabras.
“¿Un título? ¿Por qué sacas ese tema de repente?”.
“Mi única habilidad es pelear en las calles. Es un
problema para encontrar un trabajo”.
Terry se puso la chaqueta en el hombro y miró a Rock.
Cuando su padre adoptivo, Jeff Bogard, murió, se vio empujado a abandonar South
Town y probar su fuerza por todo el mundo.
Por ello, nunca ha recibido una educación
institucional.
Por supuesto que había tomado el camino que había
querido y no tenía remordimientos. Las adversidades que superó fueron las que
hicieron como es.
Comparada con la aburrida, sin sentido y ordinaria
rutina de la educación escolar, Terry tenía una mejor “educación”. Pero Terry
esperaba que Rock no siguiera sus pasos.
Por supuesto que el tiempo que habían viajado juntos
no había sido en vano. De hecho, Terry creía que un joven debe vivir parte de
las experiencias que ansía cuando todavía se es joven.
Rock tenía ahora la edad en la que debería estar
estudiando en la escuela. En vista al futuro, necesitaban al menos un título de
preparatoria, y si no lo lograba, acabaría siendo un vagabundo sin hogar como
él mismo.
“Pierdes el tiempo”, esa fue la respuesta de Rock al
pésimo intento de Terry de expresar preocupación.
“Si quiero estudiar, iré a la escuela”. Pero ahora
tengo otras prioridades”.
“Eh, Rock, yo solo digo…”.
“Terry, déjalo”.
Cortando de raíz la petición de Terry con un suspiro,
Rock contempla el sol, que casi ha desaparecido en el horizonte y ríe con
tristeza.
“No necesitas hablarme como si fueras mi padre. He
tenido experiencias constructivas cuando he viajado contigo, cosas que nunca
podría haber aprendido si hubiera ido a la escuela. Si para ti es un problema,
iré. Pero, ¿puedo quedarme un poco más? Me gustaría seguir viajando y
aprendiendo contigo al menos durante algún tiempo más”.
“¿He dicho alguna vez que esta situación es un
problema?”.
Terry suspira profundamente y despeina a Rock. Está
avergonzado por su intento de jugar a ser el padre exigente.
“Pero olvídate de encontrar novia viviendo así.
¿Seguro que quieres esa vida?”.
“No seas idiota. La escuela no es un lugar para tener
novia”.
Rock se sonroja y sonríe por la sugerencia, para
acabar riendo a carcajadas. Al verlo reír, el optimista Terry acaba riendo
también.
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