Al adentrarse en aquel lugar, Terry es recibido con un
apasionado ritmo latino y la alegre risa de la clientela.
La atmosfera caldeada creada por los clientes y el
olor a alcohol se extiende por el local, medianamente lleno, pero no resulta
desagradable; al contrario, se trata de una sensación grata para los que acuden
de forma habitual.
Por mucho que te quedes, nunca te llegas a cansar. Es
un negocio que ofrece un sentimiento indescriptible de hospitalidad.
Terry, avanzando entre el gentío y dirigiéndose hacia
el fondo, descubre una cara conocida lidiando con una coctelera y le llama.
“¡Eh, Richard!”.
“¡Terry…! ¡Cuánto tiempo!”.
El hombre que reconoce a Terry es Richard Myer, que
sale de la barra para dar su amigo una calurosa bienvenida.
Richard Myer, dueño del Pao Pao Café, es un luchador
que viajó a South Town para ampliar la popularidad de la capoeria, y de hecho,
un atractivo del local son las actuaciones de capoeira.
Claro está que no es la única razón que justifica la
popularidad de este café, que se debe sin duda a las dotes de Richard.
Echando otro vistazo al lugar, Terry silba asombrado.
“Esto está de bote en bote, como siempre”.
“Sí. Aunque tengo unos cuantos clientes habituales que
tardan en pagar sus deudas, lo cierto es que me va bien”.
El ataque verbal preventivo deja sin palabras a Terry,
aunque se sienta en un taburete alto. Ahora que lo piensa, Terry no recuerda
haber pagado nunca su cuenta en el café. Tampoco se ha sentado nunca en una
mesa para comer, ni ha satisfecho sus deudas trabajando para los camareros.
Ante el sonriente Terry aparecen un hot dog recién sacado del horno y un
refresco frío.
“Bueno, hoy te invito yo”.
“Gracias”.
Con un guiño al generoso propietario. Terry se
abalanza sobre el vaso helado.
“Por cierto, ¿cómo es que hoy no te acompaña tu
amiguito?”.
“Ah, ¿te refieres a Rock? Hoy ha ido a visitar la
tumba de su madre. En parte hemos venido a la ciudad por eso”.
Abriendo sus enormes fauces, pega un buen mordisco al hot dog. Los ha probado en montones de
sitios, porque no hay nada como un buen hot
dog. Eso ha creído siempre Terry con total objetividad.
“De hecho, ahora mismo lo estoy esperando. Tiene que
estar por llegar”.
“Oh… entonces supongo que este es un buen momento para
decirte algo”.
Dándose cuenta de que algo no encaja con la expresión
de Richard, que se frota las manos, Terry frunce el ceño.
“¿Y eso? ¿Qué ocurre, Richard? ¿Por qué te pones tan
serio de repente?”.
“Hace poco me ha llegado una carta de Joe”.
“¿De Joe? Le encanta lo de escribir cartas, ¿no te
parece?”.
En comparación contigo, que siempre andas por ahí sin
rumbo fijo y ni te molestas en contactar con Rock, casi cualquiera es
aficionado a escribir cartas, ¿no? En fin, echa un vistazo”.
Richard, ahogando un suspiro en una sonrisa irónica,
saca una carta del delantal de su camarero y se la entrega a Terry,
“Mmm… parece bastante ocupado, el bueno de Joe”.
La vida diaria de un campeón muay thai que ha estado
en Japón, Tailandia y todo el mundo, queda generosamente reflejada de un modo
adecuado a la personalidad de Joe en la carta.
Las fotografías incluidas en el sobre muestran a unos
niños tailandeses discípulos de Joe, a Hwa Jai, que supero sus problemas y se
hizo el mejor amigo de Joe, y al propio Joe en el cuadrilátero donde batió su
propio récord en una lucha reciente por el título.
También había una foto de Andy y Mai. Joe va a veces
al gimnasio Shiranui y entrena junto a Andy.
“Y estos dos… je, je, je, siguen igual que siempre”.
Terry, que se echa a reír de repente, cambia
súbitamente de actitud cuando llega la última línea, al final de la larga
carta.
Puede que parezca indiscreto, pero Joe escribió esto
después de los preliminares porque Billy, que supuestamente vivía retirado en
la campiña inglesa, ha desparecido hace poco.
“¿Billy?”.
Tras pronunciar su nombre, Terry no puede evitar mirar
a Richard a la cara.
“Por lo que sé, aún no ha aparecido por la ciudad”.
Encogiendo los hombros, Richard comienza a limpiarse
las gafas.
Billy Kane... ese tipo fue la mano derecha de Geese
Howard. Era el más competente de todos los hombres de Geese, conocido y temido
como el “perro rabioso”.
Billy, que idealizaba a Geese como a un dios,
probablemente perdió su razón de ser como mano derecha de Geese cuando ese
último, derrotado por Terry, decidió poner fin a su propia vida. Por eso,
después, cuando Terry oyó el rumor de que Billy se había ido a vivir con su hermana
menor Lilly a Inglaterra, volvió a recordar el estar extrañamente convencido de
sus acciones.
Para Billy, apoyar a Geese en su camino a la supremacía
debió ser el eje de su vida. Al enterarse de que Billy había desparecido de
Inglaterra, Terry sintió una gran inquietud.
“Será un rumor… no, no puede ser cierto”.
Y si lo fuera, ¿por qué iba Joe a tomarse las
molestias de escribir esta carta? Joe habría oído la historia directamente de
Lilly.
La música disco que se oía abajo aparece alejarse en
la distancia. Terry se mete la mano en el bolsillo. Es una invitación blanca,
casualmente guardada dentro.
Recordando todo ese asunto, Terry mira distraídamente
a la puerta por la que había entrado al restaurante. Es bastante probable que
el desapareció Billy decidiera participar en el The King Of Fighters cerca de
allí.
Si Billy se encontraba con Rock durante un combate,
¿qué le diría? Rock Howard, que hasta ahora estaba relacionado con Terry, es el
único pariente de Geese, al que Billy servía.
Entonces, la puerta automática que Terry había estado
mirando, se abre para dar paso a Rock, con la cara descompuesta.
Probablemente se haya quedado extasiado por el torso
de la mujer que baila delante de él. Richard ve a Rock y deja escapar una risa.
“Ese chico se ha desarrollado mucho, ¿eh?”.
“Sí, ya no es ningún niño”.
Terry, asintiendo ante las palabras de Richard, saluda
desde lejos a Rock, que los busca desesperadamente.
“¡Eh, Rock! ¡Estamos aquí! ¡Hoy Richard nos invita!”.
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