Irlanda del Este, South Town.
Nadie discutiría que al garito más famoso de esta zona
es el Pao Pao Café. Su amo y dueño es el venerable Richar Meyer. Este alegre
excéntrico llegó a Estados Unidos con su mujer para hacer llegar los gozos de
la capoeira al mundo fuera de su Brasil natal.
Se podría decir que le sonrió la suerte cuando llegó y
Geese Howard todavía estaba al mando de South Town.
Gracias a The King Of Fighters, el torneo de combates
que Geese celebraba periódicamente, tuvo la oportunidad de ganar grandes sumas
de dinero. South Town se convirtió en la meca para una legión de peleadores de
todo el mundo.
Fue en ese preciso momento cuando Richard abrió su
café con un espacio para espectáculos que se podía usar como cuadrilátero.
Noche tras noche los luchadores que deseaban poner a prueba su valor saltaban a
la plataforma y atraían a masas de clientes ansiosos de acción.
Richard también aprovechaba estos espectáculos para
mostrar a los seguidores sus movimientos y de que trata la capoeira. Los
extraños movimientos de Richard y los emocionantes combates que dejaban al
público pegado a sus asientos pronto fueron un gran atractivo que hizo que el
Pao Pao Café se hiciera más y más popular, hasta convertirse en el sitio de
moda en la ciudad.
Incluso cuando acabó KOF con la muerte de Geese, el
sitio siguió siendo el lugar al que acudían los peleadores, y Richard hacía de
mentor de luchadores jóvenes.
Esta es la historia del Pao Pao Café 1, pero esta
tarde Richard se había pasado por el Café 2, que dirigía Bob Wilson.
“Hola Bobby”.
“¿Richard?”.
Al haber llegado unas horas antes, Bob era el único en
el café. Bob tenía la costumbre de limpiar meticulosamente todos los días al
escenario iluminado por las luces de cocktail,
y la fregona sobre su hombro y su expresión satisfecha dejaban claro que había
terminado.
“¿Qué te trae por aquí?”.
Bob levanta la cabeza curioso ante la visita repentina
de su profesor de capoeira y socio:
“No deberías estar en el café 1? La semana que viene
empieza la remodelación, ¿no?”.
“Sí, creo que sí”, contesta Richard con una risa ahogada.
“Por cierto, ¿se ha pasado por aquí hace poco Terry?”.
“Sí, con Rock”.
Bob, con las mangas subidas hasta el codo, se las baja
y se mete tras el mostrador. Comienza a sacar brillo a los vasos mirando a
Richard.
“He oído que hay un nuevo KOF”.
Richard asiente con la cabeza y se sienta en un
taburete. Se decía que el KOF del año pasado estaba dirigido en las sombras por
Mephistopheles, el sindicato del crimen que tan rápido estaba creciendo, y que
eso había sido la causa de la destrucción. Ahora los barrios bajos estaban
empezando a volver a la normalidad después de las guerras territoriales que se
desataron.
Ese era el momento que alguien había elegido para
patrocinar otro KOF a una escala mayor que nunca. Richard sabía que Terry y
Rock ya habían recibido sus invitaciones. Da un sorbo al agua mineral que Bob
le da.
“¿Se han apuntado esos dos?”.
“No dijeron nada, pero seguro que sí. Ya te enterarás
cuando te lo encuentres”.
“Mmm… así que Terry se ha apuntado”.
“La verdad es que tengo algo que decirte. Bueno, en
realidad es algo que pedirte”.
Bob deja de sacar brillo al vaso y saca un sobre de su
bolsillo del delantal que lleva en la cintura y lo coloca sobre el mostrador.
“Me ha llegado esto a casa. Una invitación para KOF”.
“¿Ah sí? ¿Vas a participar?”.
“Me gustaría”, dice Bob sin dudar y asintiendo con la
cabeza, Bob era un joven que Richard encontró en una pelea callejera en Brasil
cuando buscaba a alguien a quien confiar la dirección del Cafe 2. Richard y
Terry se dieron cuenta del talento que tenía, de hecho ya estaba a punto de
superar el estado actual de Richard como maestro de capoeira.
No hay razón para que este chico rebosante de pasión y
talento no estuviera excitado por la noticia de un nuevo KOF, Richard lo
comprobó con sus propios ojos.
“Pero, si participas en KOF, ¿quién va a llevar el
Café 2?”.
“Eso es lo que esperaba que pudieras hacer tú mientras
yo participo en los festejos”.
“Entonces, ¿qué quieres?”.
“Bueno, pues eso. Sé que es una faena, pero…”.
“No te preocupes. Además, yo también tenía que pedirte
un favor”.
Richard deja otro sobre en el mostrador junto al de
Bob: es una invitación igual que la suya.
“A mi también me ha llegado”.
Richard le guiña un ojo a Bob, que se ha quedado
boquiabierto.
“Esperaba que pudieras ocuparte del Café 2 mientras el
Café 1 está en obras. Sé que es una faena, pero…”.
“Vaya, me lo creí. Me engañaste bien…”.
Bob no puede evitar reírse de Richard, que intenta
tragarse sus propias palabras.
“Tú también tienes una, ya me parecía raro que dejaras
tu café y te pasaras por aquí”.
“Volver a ver a Terry me hizo hervir la sangre a mi
edad”.
“¿Qué quieres decir con eso? Todavía no eres viejo,
¿no es demasiado pronto para hablar de jubilarse?”.
Tras echarse un par de risas, Bob mira hacia el
escenario.
“¿Qué te parece si…? Hace mucho que tú y yo…”
“El ganador va a KOF y el perdedor trabaja… ¿no?”.
“Como los dos no podemos ir, a mí me parece perfecto”
“Muy bien, Bobby”.
Richard se baja del taburete y se quita la camisa.
“¿Quieres que te demuestra la ventaja de la
experiencia sobre el talento y la juventud?”.
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