Soñó con un hombre: un genio malvado perfecto, más
arrogante que nadie, que le hizo estremecerse con su “espíritu”, tan fiero como
un tornado mientras su cabello rubio se agitaba salvajemente.
Él y yo solo habían luchado una vez, y Ryo había
ganado. Pero lo que le dejó con la sensación de que no fue así fue el hecho de
que estaba cubierto de heridas y apenas se tenía en pie, mientras que el
supuesto perdedor tenía bastante energía como para huir del lugar o hasta
cualquiera de ellos se hubiera agotado, quizá el no habría sido el vencedor.
Ryo meditó sobre aquella pelea hasta el amanecer, con
sus ojos abiertos por la luz.
En una esquina de la populosa metrópolis e South Town,
el National Park seguía siendo una gran zona de belleza natural.
No le importaba si esto era el resto de un pasado
primitivo o una reconstrucción humana de ello. Este paisaje era justo lo que
necesitaba para librarse del ajetreo de la ciudad y enfrentarse a sus demonios.
“¡Eh!”, gritó vivamente un hombre de súbito mientras
el vadeaba el rio y se dirigía a una cascada gigante en la distancia. El hacía
su estreno de karate, de movimientos lentos que aparentemente le hacían usar
cada musculo de su cuerpo.
Se volvió y vio a un elegante caballero vestido con
una chaqueta de cuero marrón junto a la orilla del rio. Tenía una mochila sobre
el hombro y parecía estar en plena huida.
Ryo lanzó una mirada burlona al reconocer a su viejo
amigo.
“No parece que estés aquí por casualidad… Terry”.
“Es cierto. Me pasé por tu dojo y escuché que estabas
de retiro en la montaña”.
Terry se encogió de hombros y dejo sus cosas en la
hierba.
“¿Fue Marco? Ese tipo con el cabello afro que me
seguía pidiendo que echara unos asaltos con él”.
“¿Te hizo él esa cicatriz?”.
“Yo le di tres veces más. Ahora parece una uva pasa”.
Terry rio agarrándose la boca.
“¿Marco perdió una pelea que se buscó? Parece que
alguien necesita entrenar más duro”.
Ryo rio junto a Terry mientras continuaba con su
entrenamiento. Terry se sentó en una gran roca y silbó admirado mientras le
veía practicar.
“Siempre estoico. Me estaba preguntando por qué no
habías tomado parte en competiciones, pero veo que te has estado preparando”.
Al oír esto, Ryo detuvo sus movimientos en mitad de un
golpe.
“Últimamente he estado pensando”.
“¿Qué?”.
“Puede que me haya vuelto un poco más debilucho que
antes”.
“¿Eh?”.
Terry contempló la figura de Ryo con una expresión de
sorpresa, puede que de reproche.
“¿Estás de broma? ¿Cómo puede un tipo que se entrena
todos los días debilitarse?”.
“He estado entrenando. Pero… debería decirlo de otra
forma. No soy más débil de lo que era, quizá antes era demasiado fuerte.
“¿Cuál es la diferencia?”.
“Solía luchas sin miedo. Para ganarme la vida, para
criar a mi hermana, tenía que ganar. Estaba hambriento de victoria. Ardía con
el deseo de victoria”.
Murmuró esto y miró al cielo que estaba tan claro como
sus propios ojos. Mirando a Terry le preguntó:
“¿No te sientes mal?”.
“Sí, podría ser”.
“Pero recientemente he perdido ese sentimiento. Me he
vuelto más filosófico, por decirlo de algún modo, pero he perdido mi sed de
victoria. Llegue a sorprenderme pensando que si perdiera una vez, no sería nada
grave. ¿Cómo me he vuelto tan displicente?”.
“Si es así, solo demuestra lo fuerte que te has
vuelto. Solo los débiles tienen sed de victoria. El fuerte no, porque incluso
si pierde, tiene la fuerza para levantarse de nuevo”.
“Es una forma de verlo”.
“O también puede ser la prueba de que te has hecho adulto”.
Terry se levantó y metió sus manos en los bolsillos de
su chaqueta.
“Solo los niños calculan la valía de alguien con sus
puños”.
“Es cruel, pero si es el caso, quizá debería encontrar
mi niño interior y calcular mi habilidad tal y como dices”.
Ryo sale del agua y contempla a Terry de arriba abajo
desde unos metros de distancia.
“Sabía que no habías venido por un poco de charla”.
“Bueno, supongo que no”.
Terry se quita el polvo de sus vaqueros y saca
casualmente un sobre blanco del bolsillo de su chaqueta de cuero”.
“Supongo que también habrás recibido uno de estos, ¿verdad?”.
“Sí, no estaba particularmente interesado, pero lo
tengo”.
“¿Sigues sin estar interesado?”.
“No, algo ha despertado mi interés. Eso está bien,
¿verdad?”.
Ryo se encara con Terry desde una distancia prudente.
“Puede que sea una coincidencia, pero anoche tuve un
sueño sobre Geese”.
“¿De verdad?”.
“Al final, solo pude luchar una vez con él, cuando yo
era joven”.
“Y le ganaste, ¿verdad?”.
“No lo creo. Es algo que me ha torturado todos estos
años. Y no puedo arreglar las cosas con él, pero espero librarme de esta
sensación en las entrañas… si puedo ganar al que le ganó dos veces”.
“¿Vas a solventar tus problemas con Geese a través de
mí?”.
“Lo siento”.
“Eh, no me importa”.
Terry se limpia la punta de la nariz con el pulgar y
cierra los puños. Incluso con su larga melena y su gorra de marca, su fuerte
presencia no ha cambiado. Ante un oponente formidable, Ryo respira en silencio.
Siempre quiso vencer a este hombre y confirmar el verdadero límite de su
fuerza.
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