Le ha hecho la misma pregunta a Seirah casi cada noche
mientras ella se cepilla su cabello castaño.
“¿Por qué tenemos que seguir huyendo?”.
Seirah deja momentáneamente de cepillarse y ríe
amargamente.
“Em, veamos…”.
Continuar escapando sin destino o quedarse y luchar:
esas son las únicas opciones para Kula y Seirah. Pero, naturalmente, los días
no consistían en huir. Después de abandonar su época de misiones, para Kula,
que tenía prohibido abandonar la sede de NESTS, su vida como fugitiva por todo
el mundo junto con K’, Maxima y Seirah había resultado, al contrario que ahora,
bastante emocionante. Una experiencia… divertida.
Así que incluso en tiempos como estos, Kula tan solo
preguntaba inocentemente algo que no comprendía: “¿por qué tenemos que seguir
huyendo?”.
Sin embargo, para Seirah, tal y como podía deducirse
de su expresión, no se trataba de una pregunta que le gustara responder, le
partía el alma.
“Kula”.
Tras un largo silencio, Seirah peina hacia atrás un
rizo de la sien de Kula sujetándolo con un broche y le contesta:
“¿No ves que lo que hizo NESTS no estuvo bien, Kula?”.
“Sí, pero todos los de NESTS han recibido su castigo,
¿no?”.
“Sí, es cierto. NESTS ha sido destruido, claro. Pero
aún queda gente por el mundo tratando de volver a organizar NESTS. Es horrible,
pero es la pura verdad”.
Una vez peinada, Kula se aproxima a Seirah, que está
sentada en la cama y espera el resto de la contestación.
“Estamos luchando contra esa gente”.
“¿Te refieres a esa gente como la de ayer?”.
“Sí”,
“Y cómo la de la semana pasada también?”.
“Eso es”.
Seirah asiente a las inocentes preguntas de Kula,
repetidas hasta la saciedad.
“Si les abandonamos a su suerte, aparecerá un nuevo
NESTS, y no solo eso. Además, esos tipos no nos dejarán en paz”.
“¿Por qué?”.
“Porque somos de los suyos y ellos nos crearon”.
“¿NESTS nos creó?” ¿Y?”.
“Nuestros cuerpos son producto de la alta tecnología
científica de NESTS”.
Esta última respuesta despierta una expresión de dolor
en Seirah, haciéndola parecer más triste que nunca.
“En resumen, los que tratan de formar parte de un
nuevo NESTS nos capturarán nos diseccionarás y tratarán de crear más armas
humanas de combate como tú y K’, ¿sabes qué es diseccionar?”.
Seirah se ríe cuando Kula ladea la cabeza intrigada y
le susurra el significado al oído.
“¡¿Eh?! ¡Kula no quiere nada de eso!”.
“Ya me lo imaginaba”.
Seirah se acerca cuidadosamente la cabeza de Kula.
“No deben volver a crear a nadie como nosotros. Por
eso luchamos contra la gente de NESTS. ¿Comprendes? Hemos sido creadas como
armas para combatir”.
“¿Para combatir…?”.
“Pero eso está mal. No somos armas. Somos seres
humanos libres con derecho a vivir como queramos”.
“… sí”.
Apoyando la cara en el pecho de Seirah, Kula asiente
en señal de aprobación.
Lo cierto es que Kula no entiende bien la historia.
Pero si de algo estaba segura era de que Seirah decía la verdad. Seirah, tan
considerada como Diana y Foxy, le permitía estar mimada.
Maxima, aunque de aspecto colosal, actuaba como figura
paterna con gran sabiduría.
Y luego estaba K’, llorón y violento, pero también con
rasgos adorables, sorprendentemente. A Kula le encantaba disfrutar de su nueva
“familia”.
En mitad de la noche se despertó sobresaltada. Seirah,
que dormía junto a ella en la misma cama, había desaparecido. Como era un hotel
barato, las paredes eran tan finas que se oía lo que estaba pasando al lado.
Por algún motivo, Seirah está en la habitación de al
lado con K’ y Maxima. Frotándose los ojos somnolientos de camino a la habitación
donde estaban todos, de repente se detiene en seco al escuchar de lo que
estaban hablando.
Problemas con un mecanismo de contra… un reactor casi
se funde… el paradero del profesor Makishima….
Al principio, no entiende de lo que están hablando, pero
ella misma logra descifrar enseguida lo que está sucediendo.
“…”.
Kula mira hacia su cama. En la semioscuridad, una
tenue luz resplandece y los guantes dorados brillan. Kula se pone los guantes, rompiendo
el conjunto con su gran pijama en comparación con la ropa de combate, y cierra
los ojos.
Comienza a transformarse, Su cabello se vuelve azul
como un lago helado, y en solo un instante, con un leve control de su voluntad,
hace aparecer un témpano de hielo en la palma de su mano, que estalla con forma
de diamante.
Si ella no es un arma, ¿por qué tiene poderes y los
humanos normales no? Por primera vez, Kula siente la necesidad de planteárselo.
Finalmente, se da cuenta de que su poder puede utilizarse para hacer el bien.
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