Integrantes:
Leona Heidern | Ralf Jones | Clark
Still | Whip
La
superficie en ruinas. No son reliquias del pasado, pero las ruinas empiezan a
brotar repentinamente de las entrañas de la tierra.
Emitiendo
un sonido que uno podría pensar que es el llanto de un bebé, el edificio chilló
y se rodeó de humo.
El humo
no se dispersa. Arde en las cavidades nasales y la visibilidad está lejos de
ser satisfactoria. Pero poco a poco las cosas se hacen visibles.
Doce
segundos más tarde…
Heidern
mira fijamente el humo delante de él. Una sombra está a su lado, como si tratara
de tocarlo.
Heidern
sigue fijando su mirada y llama a la figura que probablemente sea uno de sus
soldados.
“¿Eres tú,
Ralf?”.
La sombra
comienza a tomar la forma de Ralf.
“Mi
informe de estado, señor”.
Su voz es
constante, pero un rápido vistazo a hace evidente que él está bastante afectado
por dentro.
“¿Cómo
van las cosas?”.
“Hemos
recuperado todo. Clark y Leona sufrieron lesiones externas, pero no son nada
grave”.
El
intercambio de palabras dura exactamente veinte segundos.
“Eso va a
hincharse como un pez globo”.
Ralf no
le entiende.
“¿Qué?”.
“Puedo
verlo”.
Al seguir
la trayectoria en la mirada de Heidern, Ralf finalmente se da cuenta de lo que
esta hablando. El humo desaparece.
Heidern
no altera su expresión, pero una mueca dolorida se apodera de la cara de Ralf.
Recuerda una memoria desagradable.
La causa
de ello aparece ante sus ojos una vez más. Siguiendo el rastro del humo, un
agujero enorme aparece.
Bajo sus
pies hay un enorme agujero como si un objeto gigante hubiera caído del cielo y hubiese
creado aquello en la tierra antes de llegar a detenerse.
Más abajo
se encontraba una “tapa” que se ajustaba al tamaño del agujero perfectamente.
Unas cuantas
figuras estaban cerca de esa tapa, como si realizaran algún tipo de
procedimiento.
“¿De qué
se trata esto?”.
“Eso es.”
Ralf
apunta exactamente a la posición en que las figuras están realizando su
proyecto.
Bajo la
tapa hay otro agujero y la mayoría de los trabajadores estaban reunidos
alrededor de él.
“El suelo
se desmorona. Lo que nos cubria de arriba era esa tapa. Ese agujero tenía la
tapa encima así que la abrimos para escapar”.
“¿Qué
tipo de condición fue esa?”.
“El
impacto directo de la bala de cañón hizo un montón de daño a la la base, se
rompió por completo. Yo estaba totalmente centrado en el incidente que estaba
teniendo lugar justo después de que llegué aquí”.
“¡Comandante!”.
Un
miembro del equipo se aproxima a ellos y ambos giran hacia atrás.
“Tengo
algunas noticias. Investigamos por debajo de la tapa pero no se encontraron sobrevivientes.
La única cosa que quedó fue este disco que obtuvimos”.
“¡Tonterís!”.
Sus
emociones aumentan tras el comportamiento de Ralph.
Un
enfurecido Ralf aparece ante los ojos del miembro del equipo. El disco que
sostiene cae por los aires y aterriza con un golpe directo contra el suelo.
“¡De
ninguna manera! ¿Dices que no hay sobrevivientes? ¿Dónde están los cuerpos?
¡¿Ves alguno?!”.
Ralf se
acerca a la cara del soldado, moviéndose con violencia dentro y fuera del campo
de visión de este último.
Una
abrumadora sensación de presión se apodera del cuello de aquel hombre y su
visión parece desvanecerse hasta las nubes. La única cosa que es clara para él,
mientras su conciencia poco a poco desaparece, es la voz de Heidern.
“Espera”.
Mientras
recoge el disco en mal estado, Heidern detiene a Ralf con una mirada.
“Vamos a
escuchar los detalles. ¿No fueron capaces de encontrar algún sobreviviente? Quiero
decir, ¿ningún cuerpo?”.
Ralf se da
cuenta de su excesivo comportamiento cuando su superior pone fin a su locura.
El miembro del equipo abre la boca a pesar de que parece estar a punto de
colapsar.
“Yo soy… lo
siento. Me retracto de lo que dije. No hemos podido encontrar ningún sobreviviente.
Pero hemos encontrado un cuerpo”.
“¡Qué...!”.
Ya que
Ralf tiene planeado acercarse una vez más al soldado, Heidern se pone entre
ellos y el investigador continúa su interrogatorio.
“¿Es hombre?
¿Mujer?”.
“Hombre”.
“¿Alguna característica
especial? ¿Verificó algo?”.
“Dijo… ¿característica
especial?”
Sorprendido
por la inesperada pregunta que recorre los fragmentos de su memoria y de
información, parece no poder responderla.
El miembro
del equipo lleva consigo una nota en la que enumera varios fragmentos de información
y comienza su informe, recuperando la mayor parte de su compostura.
“Voy a informales
lo que hemos comprobado hasta este momento. El sexo del cadáver es masculino
como he mencionado antes. Una de las áreas del cuerpo se lesionó de manera
significativa, pero el cuerpo estaba en su mayor parte indemne. Por lo que se
refiere a la ropa, llevaba un abrigo equipado con algún tipo de armamento. Y
esto… no sé si debo mencionar que… había algo desconcertante”.
Heidern
responde al soldado interrumpiéndolo.
“¿Era su
cara?”.
“Sí,
señor. ¿Ha oído hablar de eso, comandante?”
“Buen
trabajo, soldado. Continúe su investigación”.
Las
palabras de Heidern ahogan la pregunta del miembro del equipo. No, Heidern
cortó el informe intencionalmente. Aparentemente molesto, el miembro del equipo
vuelve a su misión mientras Heidern regresa con Ralf y le muestra el disco.
“¿Te
resulta familiar?”.
El disco
en la mano de Heidern todavía lleva el código que Ralf había visto antes.
“El
código de serie ¡1012-710!”.
La
memoria de Ralf es tan clara como siempre. ¿De qué disco se trata?
Ralf, sin
embargo, niega su impulso de pronunciar la respuesta.
Heidern
no puede dejar de notar que la expresión en el rostro de Ralf claramente busca
evadir la situación.
“Este
debe ser el disco Whip, ¿no es así?”.
No hay
respuesta. Heidern toma esto como una afirmación.
“Voy a proseguir
para inspeccionar el sitio. Quiero que analices el contenido de este disco.
Whip fue también miembro de la división de inteligencia., tal vez obtuvo algo
antes de su muerte”.
“¡Muerte!”.
Heidern se
aventura a decir lo que Ralf no era capaz de hacer. Heidern sostiene el disco
frente a los ojos de Ralf a medida que se acerca, como si tratara de negar esta
posibilidad.
“Es una
orden”.
Heidern
le entrega el disco y empieza a retirarse, pero Ralf, en ese extraño momento,
detiene a su superior con un tono de voz suave.
“Señor… ¿puedo
pedirle un favor?”.
Heidern
no voltea a verlo. Ralf prosigue haciendo caso omiso de esa reacción.
“Quiero
que me asigne a la investigación”.
Pasa un
instante. Naturalmente no hay respuesta. Ralf sujeta el brazo de de Heidern
antes de que este pueda alejarse.
“Se lo
ruego.”
Aumenta
la fuerza de su agarre. Su mano está cubierto de heridas. En ella se reflejan
las atrocez medidas que Ralf debió tomar para escapar.
Heidern
coloca su propia mano sobre la lesión de Ralf. Pero el gesto de Heidern no es
de aprobación a la solicitud de Ralf, no, es todo lo contrario. Heidern aprieta
su mano con más fuerza de la que Ralf usa para sujetar su brazo.
Un sonido
escalofriante puede escucharse. Junto con esa inesperada sorpresa, un dolor
hasta ahora desconocido para Ralf recorre su extremidad.
“¡Gah… uf…¡”.
Heidern
mira a Ralf que ha caído de rodillas.
Y aún más
lejos por encima de los dos, los rayos del sol comienzan a curbrirlos a través
de los espacios en las nubes.
Ralf mira
a la cara de Heidern, pero la expresión de su rostro esta convenientemente oculta
por la luz del sol detrás de él. Ralf no puede confirmar su expresión.
La
creciente sombra de Heidern se hace más fría que nunca y Heidern finalmente le
responde.
“No puedo
confiarle una misión de estudio a un miembro del equipo que no se ha recuperado
satisfactoriamente de sus heridas. ¡Analiza el disco!”.
“¡Usted
no lo sabe con seguridad! ¡Usted no sabe si está muerta!”.
Él sabe
que su comportamiento es en vano, pero para Ralf era el único método que le
quedaba.
Como
antes, Ralf es incapaz de discernir la expresión de Heidern.
Palabras
indiferentes surgen de aquella sombra.
“Sí. Es
por eso que digo que deberíamos dejar las cosas claras. Ese disco puede ser la
respuesta a tus esperanzas.”
“¡...!”.
Ralf queda
sorprendido al llegar a la conclusión de que Whip debe estar muerta.
Y Heidern,
dándose cuenta su fatalismo también, comienza a alejarse.
Ralf es
incapaz de seguir adelante.
¿Cuánto
tiempo estuvo allí?
Sin dar
tiempo para la reflexión, Ralf se queda allí, arrodillado.
La luz
del sol se ha vuelto más intensa, por lo que los contornos del enorme agujero que
se extienden ante sus ojos.
Con su
mano sostiene el disco.
El
agujero ensancha sus fauces ante él.
Algo
encaje dentro de Ralf.
“Aw…
¡maldición!”.
Ralf golpea
el suelo. Le pega muy duro, de nuevo y otra vez.
La fuerza
que brota de la ira por sí mismo se traslada a sus puños, que no muestra signos
de disminuir. Su puño duele, como si estuviera a punto de destrozarse.
Junto con
el dolor llega el momento de asumir lo peor sobre Whip.
Pero para
Ralf, sin embargo, este no es el momento de racionalizar sus pensamientos.
Sin darse
cuenta, sus puños cubiertos de sangre ya no son rojos,
ahora estan cubieros por lodo.
“¡…!”.
En marcado
contraste con el ambiente tranquilo, los gritos de Ralf marcan el comienzo para
romper el silencio.
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