Ese día sí que llovía de verdad. Era como si tuviera
una afinidad a la lluvia.
Junto en la ventana salpicada de gotas, había un
espejo roto, obras de Nietzsche, de Goethe y un único sobre blanco…
Alba sonríe con ironía mientras se peina sus largos
rizos.
“Rey… ¿eh? Parece que aún me falta categoría para ese
título”.
Un rizo de cabello le cae por la frente. Alba lo
ajusta y se pone las gafas de sol. Esas gafas fueron las que llamaron la
atención de Fate cuando empezó a llevarlas de pequeño y se habían convertido en
parte de su imagen.
“Ooh, te quedan muy bien. Me gusta la imagen que te
dan”.
“¿En serio?”.
“Si. Por muy fastidiado que, por muy solo que te
sientas o por mucho que sufras, cuida tu imagen. Nunca te descuides. Si me
haces caso, Soiree y el resto se sentirán a salvo bajo tu protección. Un líder
debe dar siempre buena imagen”.
“Pero el líder de la ciudad eres tú, Fate”.
“La gente empezó a decírmelo antes de que supiera que
estaba pasando. En realidad, no se me da bien aguantar el dolor y el miedo.
Quiero dejar esta vida en cuanto pueda delegar en mis jóvenes seguidores… así
que espero que te labres un nombre pronto y me dejes retirarme sin
preocupaciones a Florida o algo así, ¿entiendes, Alba?”.
Alba,
¿me estás escuchando…?
“¡Alba!”.
La puerta se abre de repente interrumpiendo los
recuerdos de Alba y una voz temblorosa acompañada de pasos frenéticos inundan
la habitación.
Noel y Gallagher, ellos son los dos primeros “amigos”
que hicieron Alba y Soiree cuando empezaron con Fate.
“¿Es cierto que piensas participar, Alba?”.
“Sí, ¿quién te lo ha dicho?”.
“Bueno, ya sabes… ¡pero eso da igual!”.
Noel despotrica golpeando la mesa. Una botella casi de
licor que hay encima vibra con el impacto.
“Comprendes tu situación actual, Alba, ¿verdad?”.
“¡Sí! Eres el ‘Rey’ de esta ciudad, ¿no? No puedes
abandonarla en un momento crucial como este…”.
“Déjalo”.
Alba suspira, cortando los argumentos de Gallagher.
“Solo he vivido la mitad que Fate… ¿No te parece un
poco presuntuoso que un mocoso como yo acepte el título de ‘Rey’?”.
“¡No eres tú quien decide! Depende de nosotros. ¡De lo
que piense toda la ciudad!”.
“Quién acabó con ese maldito Mephistopheles y el
imbécil de Duke fuiste tú y solo tú, ¿no? Eso sella tu destino como próximo
‘Rey’, ¿no crees? ¡Esta ciudad necesita un ‘Rey’!”.
“Ese título es demasiado para alguien de mi edad”.
Alba se echa suavemente el cabello hacia atrás.
“Y la persona que mató a Fate sigue con vida. No puedo
ser su sucesor hasta vengar su muerte”.
Noel y Gallagher tragan saliva al oír sus palabras.
Tanto para Alba como para desgraciados como Noel y su banda, el título de ‘Rey’
era algo sagrado.
“Además… no quiero adelantarme, pero el siguiente
combate puede aclarar muchas cosas. Tengo un buen presentimiento”.
“¿Aclarar muchas cosas? ¿No te referirás a ese sueño
que tienes?”.
“Sí”.
El sueño, ese sueño recurrente que había tenido tantas
veces… un “sueño” de una increíble noche luminosa con multitud de estrellas
rompiendo la oscuridad. ¿Cuándo había empezado a turbar sus noches ese extraño
sueño mezclado con sentimientos de nostalgia?
No puede evitar pensar que ocurre desde el momento en
que conoció a esa misteriosa belleza.
“Si es por ese bombón del que te has encaprichado,
creo que ya no está en la ciudad”.
Noel murmura para sí como si hubiera penetrado en el
alma de Alba, ahora callado.
“Desde que nos hablaste de ella, nos has hecho mover
cielo y tierra en la ciudad, y nada de nada”.
“¿O es que piensas que esa belleza va a aparecer en el
torneo?”.
“¿Quién sabe? Aunque eso no tiene nada que ver con
ella. Yo solo quiero poder tener la cabeza bien alta cuando visite la tumba de
Fate. Además creo que luchar es vital para la ciudad”.
Con los guantes de cuero rojo, Alba toma un sobre
blanco y contempla a sus camaradas.
“Los dejaré a cargo de todo en mi ausencia. Ayuden a
Soiree y mantengan todo en orden”.
“Lo que queremos decirte es que no queremos ocuparnos,
y por eso tratamos de detenerte”.
Noel se golpea la frente y mira hacia el techo.
Gallagher se encoge de hombros y una amarga sonrisa ilumina su rostro.
“Y Soiree ha desaparecido hace tiempo”:
“¿Qué?”.
“Él también recibió una de esas cartas. Una invitación
para el torneo The King Of Fighters”.
Al oír la noticia, Alba se queda sin aliento, y luego
vuelve a sonreír.
“Si lo piensas, llevaba un tiempo comportándose de
forma extraña”.
“En fin, ustedes dos siempre han funcionado a la par,
desde que yo recuerde. No se agradan mutuamente, eso es lo único que tienen en
común”.
“Lárgate y no te preocupes por cómo nos va, pero
asegúrate de volver, ¿eh? Tú y solo tú eres nuestro ‘Rey’, Alba”.
“Entendido”.
Los tres chocan sus puños, y Alba emprende el camino.
La sombría noche sigue derramando cálidas lágrimas. El
cielo lleva días ausente.
“Más luz… ¿verdad? Pero estoy lejos del humor
Nietzscheano”.
Alba sale del apartamento sin paraguas, se sube a su
querido coche, aparcado junto al garaje, gira la llave de contacto y sonríe al
sentir el ronroneo del motor en su asiento.
Un sentimiento de emoción tranquilizadora le embarga, aunque
siempre intenta mantener la calma.
“Supongo… que me está empezando a gustar eso”.
Su corazón se acelera ante el desafío que le espera
(aunque las gafas de sol oscuro no permiten que nadie lo adivine). Alba pisa el
acelerador de su potente coche.
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